3/2/08

Esquivando la mirada...



He empezado a entender... el porque de no mirar a los ojos... ocultamos muchos secretos, miedos y no solo a los demás, sino a nosotros mismos... me he dado cuenta de que cuando me he ocultado algo a mi mismo, he esquivado a la gente con la mirada, soy incapaz de mirar a los ojos a la gente... es duro pero me resulta imposible mirar a nadie a los ojos... es como si todos me asustaran, como si me avergonzara de mi mirada, me avergonzara de no ser capaz de mirarme al espejo... solo por no entender una situación, solo por estar evitando una situación, solo por querer algo y no permitirme ni intentarlo... solo por tener q hablar algo y no hablarlo... solo por miedo a mi mismo y a dañar a los demás...

Hay muy poca gente que mira a los ojos, y la poca q lo hace intimida a los demás con su mirada... es triste que tengamos que ir ocultándonos... por suerte aun queda gente que mira a los ojos y hace que nos ocultemos y nos demos cuenta que esquivamos las miradas y que nos ocultamos cosas...

Gracias.

3 comentarios:

Maria dijo...

Excelente reflexión Antonio. Nos ocultamos cosas. Todos lo hacemos. La realidad a veces se nos hace demasiado dura para enfrentarla, pero el hacerlo nos libera si somos capaces de aceptar con una sonrisa lo que no podemos cambiar, como decía Maquiavelo. Un saludo.

intoku dijo...

Lo que nos diferencia del resto de animales (y del chimpancé no demasiado) es nuestro raciocinio. A pesar de contar con el Neocortex (popularmente materia gris), los seres humanos no hemos perdido nuestro ancestral cerebro reptílico o paleoencéfalo. Por este motivo, existe en psicología un fenómeno llamado "desentendimiento cortés".


¿No te has fijado que al sentarse delante tuyo una persona en el autobús, el metro, etc., siempre tienes que establecer contacto ocular?


Queramos o no, tenemos el impulso animal de controlar si existe peligro para nuestra supervivencia. La mayoría de las veces, por no decir todas, una vez reconocemos a la persona y comprobamos que el entorno es seguro (no lleva armas, tiene una apariencia correcta…) podemos desviar la mirada y seguir con nuestras cosas. A su vez, damos a los demás suficientes noticias visuales como para señalarles que reconocemos su presencia, pero de inmediato retraemos el contacto ocular para mostrarles que no constituimos ningún peligro para ellos.


De hecho, la costumbre social de darse la mano entre caballeros viene precisamente de esta necesidad de controlar que estaba vacía de armas.


Y es que etológicamente, la mirada fija entre personas solamente responde a dos motivos: agresión inminente o deseo sexual.


Así que ya lo sabes, si ves que alguien te está mirando fijamente, o te quiere golpear o…

Anónimo dijo...

últimamente suelo llevar gafas de sol, porque me siento invadido, no quiero compartir mi felicidad o lo que sea que pueda transmitir con desconocidos. En cierto modo es triste, porque pierdo eso tan bonito que es la posibilidad de empatizar con otros, pero como tú dices, es un mecanismo de defensa.

Hace poco una amiga me dijo que no llevase gafas de sol porque se perdía una mirada -la mía- muy intensa y profunda. Nunca sabemos que ven los demás en nuestros ojos, y costaría tan poco decirlo...